martes, 17 de mayo de 2016

Lectura de mesa No 3

Traigo una historia. Dirán que son malas para la digestión y largas, que se enfriará la comida o que ocurrirá una catástrofe, pero se equivocan. Las historias son excelentes para que la comida se aventure por el cuerpo, animada a llegar muy lejos. Escuchad con atención que hasta la más vil verdura se tornará en deliciosa:

Esta es la historia de un beso que quería ser real. Puede parecerles muy sencillo, pero este era un beso complicado. Su sueño siempre había sido ser un beso de amor puro, el más hermoso posible, uno que solo se diera una vez y desapareciera junto a las relaciones humanas. No lo había conseguido en muchos años de extensos viajes. La gente no amaba, no sentía; no escuchaba. El beso era tan hermoso que nadie había querido compartirlo. Todos se limitaban a encerrarle, para admirarle hasta que este, cansado, escapaba.

Una tarde, bajo la torre de un castillo vio un joven de pobre vestir huyendo de un grupo de orcos que quizás quisieran preguntarle la hora. Aburrido, le siguió. Entenderán que los orcos no dejaron de perseguir al joven al ver al beso pues, como orcos que son, poco saben de amar. El joven, que sí sabía del tema, lo vio y muy en el fondo de su alma resonó el deseo de compartirlo, de darle una oportunidad de ser. El beso escuchó la canción que sonaba en el corazón del joven y se sorprendió: No deseaba hacerlo suyo. Pero sabrán, chicos, correr de unos orcos que quieren la hora no es una situación para sorprenderse. Llegaron ambos, totalmente cansados, al torreón más alto y se encontraron con una mujer mucho mayor que el joven. Tenía traje de reina y sus manos heridas de tanto luchar por su libertad. No tenía miedo. Vio al beso primero que al joven y también deseo compartirlo con alguien ¡Qué hermosa canción resonó silenciosa en el cuarto! El beso no podía parar de bailar. Tristemente ese no era un momento para besos. La reina tomó del brazo al joven y le sonrió, desnudando de dudas y miedos el cuerpo del joven. Corrieron juntos hacia la ventana, envueltos en un manto de comprensión mutua y saltaron de ese torreón, el más alto del palacio, el más alto de todo el reino. El beso siguió bailando con su música y les siguió, completamente decidido a ser esa hermosa posibilidad que ya no sería.


La belleza de algunas cosas está en la posibilidad de ser y de su realización en esta o en otra vida. Siempre que resuene con fuerza nuestra dulce canción será más hermoso que nada. Buen apetito.