martes, 10 de septiembre de 2013

No soy una chica fácil

Guapo,

No estoy segura como te llames, o si te llames siquiera. Quiero escribirte porque algo  me pide a gritos que lo haga. No encuentro el ánimo para hablarte. No aspiro me leas.

A pesar de todo, no soy una chica fácil. Necesito dinero y esto me va bien. Además, me resulta agradable pensar que significo para algún fan en alguna parte del mundo; no será mi padre, pero por lo menos, alguien. ¿Sabes? Deberías ser tú. Eso evitaría malos entendidos cuando te pido algo. ¡Nunca te ordeno! Necesito que seas fuerte por mí en algunos momentos cuando no me basto. Te necesito a mi lado para que organices el escenario de la siguiente grabación. Y siempre te lo pido y siempre vienes. Pero no te ordeno, créelo.

 Alguna vez, cuando tenía el dinero y estudiaba, me gustaba pensar en un chico que solo se fijara en mí, al cual pudiera abrazarme cuando helaba mi alma así el calor nos hiciera sudar a todos. No lo encontré y cuando ya no todo estuvo tan bien, arrastré mi mundo como pude, saltando entre personas con los mismos deseos; con las mismas mentiras. Ahora de nuevo, tengo algo de dinero, pero ya no me queda futuro. Mis sueños se limitana verte a mi lado, después de una escena violenta, abrazado a mí, murando con esa voz con la que dices “Vale” en todas las tonalidades posibles, que todo está bien, que junto a ti me sentiré limpia, que soy tu única persona importante y que estás allí. Pero la vida es un parpadeo y detrás del rímel, después de abrir los ojos, sigue el hombre de siempre, desnudo, esperándome para la siguiente escena.

¿Sabes? Quiero creer que la vida no es tan vana. Quiero empezar de cero con alguien que, al igual que yo haya tocado fondo y quiera salir de allí. No creo que hayas caído como yo o si te importe dónde estás, pero creo que si te sobra tristeza, dolor, sueños y un poco de esperanza, podemos compartir y cubrirnos las heridas con retazos de ropa que robemos del set. Eres el hombre que necesito porque a diferencia del resto, tú sigues allí, organizando todo para que la película siga adelante. Sigues con tu sueldo mísero, rodeado de una pasión que no te adscribe. Y yo quiero compartirte esa pasión, que superficial, sigue siendo pasión a pesar de todo. ¿Te interesa?

No soy una chica fácil. Pero no me complicaré; cuando vale la pena no tiene sentido ponerle trabas a todo; aun más cuando se está en el fondo del fondo. Quiero darme una oportunidad, la última quizás, contigo. Darme una noche sincera, donde mi voz te pertenezca y no sea producto de la práctica diaria siempre en el mismo dialogo. Quiero que nos demos una noche o una semana o un mes o toda la vida. ¿Te suena?

Podemos empezar con una pizza… 

Blanca

Descuida

No aflijas,
El humo se deshace
Y las cenizas no arden de nuevo.

Si está en tu anhelo
puedes marcar tu paso
ser tu peso e ir a hacia adelante,
a la izquierda, incluso a la derecha
dar vueltas en tu propio pasado,
hojas húmedas y muertas
que no arderán.

El bosque será niebla
y luego bosque de nuevo bajo la lluvia.
Será vida herida y renovada,
miedo de supervivencia,
frenesí de hogar y confianza.
Si así lo quieres, todavía está tu cueva
un poco más oscura,
mucho más sola.

Cuando muera el cielo
en brío helado y denso,
hará un poco de memorias huecas.
El fuego arderá a escondidas,
temeroso de ser,
bajo la fría muerte,
bosque otra vez.

Descuida.
Pronto habrá hojas secas
y las cenizas serán tierra fértil.

Descuida.
El bosque siempre sabrá
lo que el viento no susurra.

De días que suelen irse a alguna parte

Érase una vez - Érase porque ya no es y resulta simpática la muletilla - una historia cualquiera, de esas que la gente suele olvidar porque le duelen, no los deja dormir, los acosan en los exámenes estatales o sencillamente no les importa demasiado y dejan que el tiempo la deshaga. Érase esa historia de amplias proporciones narrativas y poca fuerza literaria que de repente se empezó a cocer en la cabeza de alguien en el metro, quien, mientras leía el periódico la recordó y algo se estremeció dentro de sí. Era una tarde gris y la historia ocurrió en una tarde parecida o quizás no, pero al sujeto le afectaba, cosa que era sorprendente porque era muy bueno olvidando cualquier cosa que pudiera afectarlo. El hombre respira, duda si la historia es suya y se pregunta si se le escapó a alguna otra persona que va durmiendo en el mismo vagón o en serio es de él. Sabe que le afecta y eso le molesta; su día no fue lo suficientemente bueno para aguantar semejante barbaridad. Trata de encerrarse en su periódico pero las letras son lejanas y las acababa de entender perfectamente pero ya no las entiende. Se levanta bruscamente para detener el transporte pero falta mucho antes de la siguiente estación, se desespera lentamente y ya no piensa, solo murmura que debió haber olvidado totalmente, sin dejar pequeñas mechas para recuperar los recuerdos más adelante. Recuperar se vuelve peligroso cuando se deja minar lo olvidado de pequeñas posibilidades. El hombre se afloja la corbata, roja de rombos y vuelve a su asiento, sudando como nunca antes a pesar del fuerte aire acondicionado. Nadie lo mira, todos están absortos en llegar a la siguiente parada que está muy cerca. El metro se detiene. El hombre baja corriendo y se pierde entre la multitud. Afuera de la estación llueve a cántaros y la historia cualquiera se queda en el vagón, esperando mechas. Sabe que todas las personas viven llenas de cosas pendientes y las mechas salen a aflorar en el vacío del transporte público; luego se bajan y siguen viviendo.