- Parce – susurró el eco del filo en el aire – esto es por haberse traicionado.
Las palabras cortaron mi vientre dejando una estela escarlata sobre mi camiseta. Mi sinceridad pesaba en mis labios y me costó levantar la cabeza; todo mi ser se deshacía en punzadas que sacudían mi ingenuidad. Un grito se ahogó en mi garganta, en mi mirada fría y en mi corazón.
Él no se inmutó y dibujó una línea en mis mejillas con su índice antes de atraparlas y penetrar en mi mente con sus ojos impávidos. En su rostro todo parecía igual excepto su sonrisa ausente. En el aire no sonaban palabras de ánimos o dosis de cruda realidad como siempre ocurría a su lado; solo repiqueteaba el eco de un silencio amargo y lleno de odio.
- Parce – ultimó una bofetada – ¡deje de perderse en su cielo raro y respóndame! ¿Vos crees que mi Cata esté viéndose con otro hombre?
Parpadeé unas pocas veces y vi el paisaje a mí alrededor. Todo se veía de una normalidad desconcertante; sin heridas salpicando tiempo, ni prospecciones de lápidas con mi nombre en ninguna parte. Frente a mí sonreía un amigo de toda la vida.
- ¡Qué va! – Mentí mientras golpeaba su hombro – esa niña solo le ama a usted
No hay comentarios:
Publicar un comentario