miércoles, 2 de mayo de 2012

La Índole de un Adiós Apresurado

Y mi pereza se vio subyugada por el mensaje en la nevera. Una nota con caligrafía de mujer que revivía los temores que me habían perseguido tantos años. Tomé un lapiz, agregué una línea y corrí a la habitación a llenar mis maletas. Para cuando ella regresó, la casa estaba en silencio y vacía. Fue, tras una vana busqueda que su padre encontró un vestigio arrugado al pie de la nevera que decía en fina tinta negra: : "Hoy traigo a mis padres. ¡Sorprendenos!". y remataba toscamente en lapiz casi al borde de la hoja: ¡Sorpresa!

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