Gruñó con ira. La maldición lo limitaba y su habilidad no era ya la del enigmático guardián que había cuidado con su hacha y su sangre la aldea que tanto amaba. La lluvia lo cegaba y detuvo a duras penas con su garra la antorcha que su amigo le tiraba, pero no pudo evitar la lanza que se enterró en una de sus patas. Estaba cansado. Había corrido por horas para no tener que enfrentarlo pero aun así su amigo había persistido en seguirlo. Ahora solo les quedaba luchar a muerte. Rugió con toda su fuerza un desafío y observo a su contrincante. Se veía igual que siempre. Su cabello oscuro caía sobre sus hombros y llevaba el colgante que le había entregado cuando aún era humano. Un colgante con una garra de oso que simbolizaba la amistad de dos guerreros. Un colgante que había sido el inicio y ahora el final de una amistad. Un colgante que era guardia y chaman de sus recuerdos. Un colgante que en ese momento solo gritaba la ignorancia e ira de su amigo. El dolor de su pata lo hizo caer con todo el peso de su cuerpo sobre el piso. No tenía sentido pelear. Desde siempre habían cazado osos para mantener a su tribu y sabía que su amigo no cambiaría su decisión… si tan solo ella estuviera aquí para mencionarle la maldición…. Si tan solo…
El cazador avanzo dos pasos hacia el oso moribundo. En su sangre ardía el odio. Sentía como si tan solo unos minutos antes hubiera encontrado al oso cubierto de la sangre de su único amigo. Juntos lo habían perseguido, pero su amigo había decidido seguirlo solo cuando él se había lastimado y la muerte había sido su precio. Gritó con ira y sacó el hacha de guerra. Lo mataría con el hacha del vencido para restaurar el honor. El cazador salto hacia delante y enterró con todas sus fuerzas el hacha en el pecho del oso sintiendo como el filo se hundía en la suave piel de su contrincante. El animal soltó un aullido lastimero y lo miró con tristeza. El cazador había vencido. Se dejo caer y vio como el oso se iba debilitando con la herida mortal que lo consumía… Pero no se sentía mejor. Ahora estaba solo. Los cadáveres de casi todos sus compañeros se habían perdido en la nieve y ahora su amigo había muerto. Los que habían sobrevivido probablemente hubieran muerto por las heladas. Grito de nuevo con todas sus fuerzas, pero no escucho su voz. En vez de ella se oyó un rugido que le hizo congelar la sangre. Observo con terror alrededor buscando al causante de esa furia pero solo vio el cadáver de su amigo frente a él con el pecho perforado y los ojos llenos de lágrimas mirando al cielo. Su corazón se detuvo y el pánico lo hizo retroceder. Trato de levantarse, pero su pesado cuerpo le hizo caer hacia adelante. Rugió de nuevo y se apoyo sobre su amigo. Lo envolvió con su cuerpo y se quedo allí, inerte, esperando que otro cazador viniera a acabar con él…
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