domingo, 16 de octubre de 2011

Obra


¡Compórtate!
Si alguna vez te importé, sal de la escena con honor y despídete. No es necesario un adiós elaborado ni un forzado “amigos” con los labios temblando. Tampoco debes dibujar una sonrisa sobre tu rostro en monocromo. En este tipo de actos más vale la seriedad y la objetividad; de otro modo perdería el sentido y caeríamos de nuevo en deshonestos “Quizases”.
¡Anímate! 
No se acaba el mundo y no lastimas a nadie. Es ilógico, complicado y estresante preocuparse por todo aquello que piensa ahora quien dejaste ir. Di lo que debas desahogar, firma un acuerdo, dale la mano, posa tus labios en su mejilla – hazlo en silencio, puede perder la concentración – y suelta sus manos. Después de la despedida las palabras no dichas se quedaran bailando en tu lengua. No mires hacia atrás; el lugar está vacío.
¡Continua! 
No lo olvides. Si lo haces o si tan solo lo intentas, eventualmente lo recordaras de nuevo. Piénsale todo el tiempo que desees, extráñale, suéñale, escríbele historias y canciones. Que no pase su nombre de la prisión que es tu boca. Si lo dejas salir, te traicionaras y trataras de buscarle. Levanta el rostro y afirma a todo lo que te digan los demás; por un tiempo solo pronunciaran estupideces… no deben preocuparte.
Y ahora puedes sonreír si lo sientes, o si lo quieres. Ríe, llora, siente. Te devuelvo el telón de nuestros actos que ya cayó. El público se ha retirado y nuestra obra, nuestro drama, nunca tuvo un “detrás de cámaras”.
Au revoir

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