domingo, 14 de agosto de 2011

Esperar y callar


Él la ama. Quizás más de lo que ella merece, pero lo hace. A diario la piensa y teje sonrisas alrededor de su mundo de penurias intentando captar su atención. Cuando puede, la busca e intenta robar su tiempo. No es feliz limitándose a seguir así, pero no hace nada para dar un paso extra. Él prefiere callar.

Ella lo sabe y ríe. Se divierte desde su trono de soberana inmediata y lo ve feliz a su lado. Cuando quiere, se deja encontrar y le comparte un poco de su tiempo. Pero los momentos juntos se marchitan y él no lo intenta; no lo dice. Le gusta ser importante, pero no le basta. Quiere más, lo quiere a él, aun así decide callar. Ella prefiere esperar.

Ambos observan el cuadro de la victoria de la paz en la pared frente a ellos. Ella descansa su cabeza sobre el torso de él mientras deja que los brazos de éste jueguen con su abdomen y su cabello. Se sienten bien; no han hecho más que acariciarse en silencio pero no fuerzan el momento. Piensan en un sinfín de cosas y en nada, pero la habitación permanece callada. Solo el pausado ritmo de dos respiraciones marcan los segundos como un reloj roto.

-          Te quiero – murmura ella, rompiendo la máscara en el ambiente.
-          Lo sé – responde con los ojos cerrados. Le besa en la entrada de la espalda y cierra los ojos.

El silencio regresa y les mira con ojos caprichosos mientras las manos se vuelven más atrevidas y los besos más decididos. Éste les ve tratar de satisfacer sus emociones y sueña con que por fin decidan ser algo más. Pero se sonríe: ellos no avanzarán. Hace mucho tiempo que fue él, el silencio, quien robó ese amor mutuo para que jamás fuera pronunciado. Él seguirá callando. Ella seguirá esperando.

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